viernes, 22 de octubre de 2010

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Los términos “mentes”, “conciencia”, “alma”, “espíritu”, acotan con diversos matices, resonancia y connotaciones una esfera de realidad de contornos imprecisos, que puede involucrar entidades, fenómenos, procesos, facultades, disposiciones, capacidades (según los casos), y cuyo rasgo común podría ser -al menos hasta tiempos recientes- su específica remisión a lo constitutiva e intransferiblemente humano y su distinción, que no necesariamente separación o distinción “entitativa”, de la fuerza física o corpórea.

Los perfiles se hacen algo más nítido si nos centramos en el término “conciencia”. Ciertamente, tanto el “ser consciente de…” como la “autoconciencia” son rasgos que parecen acompañar lo anímico (psicológico), lo mental o lo espiritual a todo lo largo de las historias filosóficas de estas nociones. Pero la expresión “filosofía de la conciencia” suele aludir a un cierto punto de partida filosófico – más que a un campo de estudio- que toma al sujeto consciente de sí como fundamento de la experiencia y del conocimiento del mundo, alineándose de este modo frente a la “filosofía ser”.

Dicha “filosofía de la conciencia” equivaldría, entonces, en buena medida a una historia de la perspectiva filosófica de la Modernidad, mientras que lo que ha dado en llamarse “filosofía de la mente” se integra de lleno en el catálogo de las temáticas filosóficas contemporánea y significa, además, un intento de quebrar esa inflexión hacia la subjetividad como instancia fundante de la reflexión, precisamente como consecuencia del “giro lingüístico”…

Tú no necesitas a nadie para que te comprendan, se trata de aceptar el hecho que una vez pensaste de manera inconsciente lo que hoy estas escribiendo… ¿Qué es lo que recuerdas…? Recuerdas lo que decía un filósofo, que cómo sabía si estaba despierto o estaba en un sueño, o algo así decía… Estas sentado en la biblioteca y piensas en el artículo que leíste en una revista por internet, buen artículo, hablaba de una mujer que bien representa a las madres venezolanas, no creen en nadie, es decir, plomo con lo que venga… Buscas y buscas artículos para leer, piensas en Venezuela, no quieres pensar en los problemas ya que el problema somos cada uno de nosotros mismos, es como un dice un dicho muy popular “comida pa’ hoy y hambre pa’ mañana”. La idea es crear conciencia para aprender a valorar las cosas, y no esperar a que se terminen de matar unos con otros en las calles, y no se hace nada evitando que se masacren unos con otros si cuando salen de una prisión, salen con un doctorado en matar… ¿Para qué hablar de ideologías políticas si no les enseñas la importancia de reciclar…? El venezolano de por sí es ingeniero de naturaleza, y como se bebe caña en una fiesta familiar. En Venezuela hay muchas más riquezas que el petróleo, no hay que depender tanto del petróleo porque es contaminante, hay que ir pensando en medidas alternas, hay que saber conocer a la materia gris de Venezuela que es la gente, es decir, nosotros mismos somos…

Qué irónico, ahora estas en el cuarto donde te obligaron a aislarte, estas cansado de sentirte como una puta rata de la laboratorio –me dije-…











Por Roma…

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